Original El Guardian02 de Abril
Vivir en cuarentena y, encima, sufrir el acoso de las cuentas
Este miércoles el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos comunicó el número más duro de entre todas las estadísticas que confecciona el organismo: la medición de la pobreza. En el caso de Mar del Plata, se conoció que había, al cierre del año pasado, 160.000 pobres y 42.000 indigentes.
Los datos son escalofriantes, pero describen una foto de un momento. El 25 por ciento de la población local se encontraba bajo los niveles de pobreza, en tanto que el 6,6% lo hacía por debajo del umbral de la indigencia. Así y todo, aunque los datos son duros, había una buena señal detrás de los mismos: una disminución considerable entre los pobres pasando del 29,5% en la mitad del año a ese 25% del final. Eso eran casi 28.000 personas saliendo de la pobreza en solamente seis meses.
En cambio, la indigencia no mejoraba. El índice declaraba un aumento leve -pero crecimiento al fin- del 6,3 al 6,6 por ciento en seis meses. Cuantitativamente unas 2.500 personas más entre un semestre y el otro.
Mar del Plata tiene un problema estructural en cuanto a pobreza e indigencia, que se complementa con la misma dificultad que desde hace dos décadas arrastra en materia laboral. Todo -pobreza y desempleo- van juntas construyendo una sociedad cada día más dependiente del Estado, ya sea por la ayuda social que requieren los sectores más necesitados, como la mano de obra que emplean los tres niveles -nacional, provincial y municipal- entre universidades públicas, delegaciones ministeriales y de entes autárquicos del gobierno nacional y provincial, incluyendo fuerzas de seguridad y policía, más toda la estructura municipal de punta a punta, hacen que una parte importante de la PEA local sea estadodependiente.
La ciudad está complicada. El empleo privado tiene serias dificultades por estos días, y el estatal nadie puede garantizar que cumpla con sus compromisos de pagos y sostenimiento de empleabilidad.
Cuando termine la pandemia y haya que empezar desde cero, será una muy buena oportunidad para que los marplatenses nos definamos como comunidad y decidamos, integralmente, cual pretendemos que sea el rumbo económico, educativo y social de la ciudad. Y eso pasa, sin dudas, por el empleo como gran ordenador de la sociedad y la educación como herramienta de ascenso y transformación. No la dejemos escapar.
Matías Frati
Periodista Especializado en Economía
Director de EL GUARDIAN MDP
Email: redaccion@elguardianmdp.com
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