Correr y camina durante 30 a 60 minutos por día, y andar en bicicleta un tiempo más prolongado, producen en el organismo un efecto que ayuda a disminuir el riesgo de enfermedades no transmisibles como las patologías cardiovasculares. Son fundamentales en el control de las mismas entre la población que las padecen.

Por eso los médicos se han pasado décadas recomendando a la gente "camine por lo menos media hora por día"; "si puede salga a trotar, es por su bien"; "ande en bicicleta o consiga una fija para tener en su casa". Todas estas recomendaciones tenían una finalidad: controlar la presión arterial, disminuir los niveles de colesterol y diabetes; combatir el sedentarismo. La enfermedades coronarias y el cáncer son las mayores causales de muerte en el mundo (hoy superadas por el Covid-19 de manera circunstancial).

¿Por qué nadie se hizo eco de la iniciativa propuesta por el concejal del PRO, Guillermo Volponi, que propone en Mar del Plata una prueba piloto de 15 días para monitorear la respuesta de la población a una apertura de las prácticas al aire libre, con distanciamiento social, y de carácter individual? Da para pensar y sospechar dos cosas: o la hipocresía es tan grande que sólo importa la vida cuando el discurso es avalado por las encuestas, como el actual caso de coronavirus; o son demasiados los que están vinculados a la dádiva que produce el negocio de los laboratorios. Que cada uno se coloque el sacho que le quede a su medida.

Es fundamental que ese proyecto logre cristalizarse en un protocolo concreto, para que la gente pueda aprovechar el retorno a la actividad física. Para eso plantea que la posibilidad se abra en la mayor cantidad de horas posibles del día evitando el aglomeramiento, y durante 15 días para que no se haga un cuello de botella donde todos salgan al mismo tiempo y en el mismo momento.

Es sabido del interés de los laboratorios por vender más medicamentos. Es su razón de ser. Pero no era tan evidente el silencio de la clase política dirigente local de contribuir a esos intereses, llevando a las personas a crisis de ansiedad, angustia, depresión, desajustes cardíacos, dolencias de diferente índole. Todo provocado –en parte- por la falta de actividad física, que no es lo mismo que una juntada en un restaurante, una reunión de grupo de Whatsapp o una fiesta privada. Nada que ver. Eso llegará en otro momento, de la mano de la “nueva normalidad”.

Si de verdad la sociedad cree que de este confinamiento social que va para ochenta días –el equivalente a dos cuarentenas- hay que salir mejor, pues entonces todos debemos hacer un aporte para eso. Las sociedades médicas profesionales tienen mucho que decir al respecto. Ellos también saben de la importancia de caminar, trotar, andar en bicicleta, o de cualquier otra actividad aeróbica y hasta anaeróbica en la salud física y mental de los pacientes con enfermedades no transmisibles. ¿O estarán dispuestos a borrar con el codo lo que escribieron con la mano durante años, a riesgo de que todos creamos que durante años nos engañaron con que aquello era tan bueno que casi era inevitable que lo dejáramos pasar?

A los médicos también les debemos recordar que los "premios" de los laboratorios por recomendar sus productos no son la otra cara de una misma moneda para con la salud del paciente. Por un momento dejen de mirar los objetivos y atiendan a las personas. Y las sociedades médicas que los agrupan no se preocupen de la pérdida eventual de un gran laboratorio anunciante para que banque sus caros congresos anuales, la plata siempre aparece. Pero la salud está primero. Como dice el Presidente Alberto Fernández.

Hoy, en Mar del Plata, tenemos la oportunidad de potenciar esta iniciativa sensata y concreta. De devolverle a la gente la chance de recuperar su estado más saludable. Y la dirigencia política, desde el Intendente hasta el último concejal, debiera acompañar sin miramientos, sin mezquindades de colores, palos o partidos. Porque en esta oportunidad, la vida de las personas es lo que más cuenta.