Por Matías Frati05 de Mayo
Argentina, un país de cortos plazos, y la urgencia de una "nueva normalidad"
No digo esto por la necesidad de estirar la cuarentena. Desde este sitio hemos dejado en claro que la economía y la salud debían ir de la mano, para que el daño no sea irreversible. Lo sostengo porque, otra vez, los tiempos se acortan en el mundillo financiero. De eso hablo.
Ahora, todos los ojos están puestos en el próximo viernes 8 de mayo. Ese día, los acreedores internacionales que tienen bonos de la deuda argentina, deberán responder formalmente a la propuesta de canje, reperfilamiento o como se le quiera llamar. Es decir, tienen que decidir si aceptan una quita de capital y reducción de intereses a los bonos, que ya habían sido "quitados" años atrás durante el gobierno de Néstor Kirchner, y si están de acuerdo que se les comience a pagar dentro de tres años.
Todos saben que, una propuesta como esa, no tiene grandes chances de prosperar en el mundo privado, entre los particulares. Pero en este caso la ilusión de que el trato es entre un Gobierno y grupos (fondos de inversión) que representan a particulares, abre una luz de esperanzas. Tenue, pero luz al fin.
El gran problema, de fondo, es el cortoplacismo argentino. Los ojos están puestos en el viernes. Y como la situación puede ser difícil a partir de ese día y conforme pasen los meses, la gente que tiene dinero se refugia en activos de mayor valor al peso, como por ejemplo el dólar. Eso hace que la moneda norteamericana se haya pagado hasta 125 pesos en el mercado paralelo. La brecha con el oficial se aproxima a un ciento por ciento. Y cuando eso pasa, la economía cruje y la devaluación se acerca.
La dificultad de la Argentina es que siempre te tiene mirando que va a pasar aquí y ahora. Y eso bloquea toda posibilidad de planificación a mediano y a largo plazo. Esto último casi ni existe.
Este país necesita un cambio de timón real. Un cambio de paradigma: la definición real de qué es, qué quiere ser, cómo lo será, con qué actores lo conseguirá y en cuanto tiempo. Análisis, decisión, trabajo, previsión, proyección.
Hace falta dejar de lado el cortoplacismo y tender a la estabilización. Una "nueva normalidad".
Dejar pasar más los años sin planificar y sin tener un objetivo definido es como abrir la puerta, salir a la calle sin barbijo y buscar otro en la misma condición para ponerse a toser a dúo. Y “si toca, toca, porque la suerte es loca”.
Hace falta un cambio real de formato. Un diseño cierto de país. Donde las empresas puedan planificar desarrollarse y crecer, y donde la gente pueda volver a construir sueños basados en hechos reales que le animen a creer. Dejar de lado el cortoplacismo y tender a la estabilización. Una "nueva normalidad". Como la que será necesaria después de la pandemia de la que hablábamos antes. Nada más que esa “nueva normalidad” tiene que ser institucional, política, social y económica.
Matías Frati
Periodista Especializado en Economía
Director de EL GUARDIAN MDP
Email: redaccion@elguardianmdp.com
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