A pesar de que la cuarentena se mantiene firmemente decretada hasta el 26 de abril, las calles de Mar del Plata empiezan a lucir con mayor transitabilidad de lo que ocurría en la primera semana del aislamiento. Incluso empiezan a correr rumores de donde hay comercios abiertos aunque no puedan funcionar. Por ejemplo, peluquerías que atienden a sus clientes tradicionales a puertas cerradas.

Debe decirse que entre la primera fase de la cuarenta y el presente hay, por lo menos, dos cambios importantes: la operatoria de los bancos -aunque para pagos puntuales a jubilados y atención a clientes con turno previo- y la flexibilización en el sector de talleres mecánicos para la reparación de autos y vehículos para el transporte de los sectores exceptuados del cumplimiento del aislamiento. También se sumó desde el lunes la posibilidad de que las personas con discapacidad y las personas con síndrome del espectro autista puedan disponer de una salida, en compañía de sus cuidadores o auxiliares.

La gente no resiste demasiado tiempo más sin la posibilidad de generar ingresos

Pese a lo puntual de cada uno de estos tres puntos mencionados, el movimiento es considerablemente mayor a lo que debería ocurrir. Y para eso hay dos grandes explicaciones, por lo menos: la primera es que la gente no resiste demasiado tiempo más sin la posibilidad de generar ingresos, y en la Argentina el 40% de la población que trabaja lo hace de manera independiente o por su cuenta. La otra gran cuestión es que las personas necesitan "cambiar el aire", algunos más que otros pero, en definitiva, se hace insostenible la confinación para aquellos que requieren de un ámbito más abierto.

Entendiendo que ambas situaciones son más que atendibles, empieza a tener sentido la postura de los gobiernos provinciales de recomendar el uso del tapabocas. Porque tarde o temprano la comunidad volverá a la calle para cumplir con las dos premisas que destacábamos más arriba. En ese entonces, serán vitales tres conductas: el distanciamiento a dos metros, la barrera (tapabocas) para evitar que las gotículas de personas asintomáticas pudieran contagiar a quienes están sanos, y el lavado más frecuente que nunca de las manos.

Tarde o temprano la comunidad volverá a la calle y se deberá tener toda medida de prevención posible.

La cuarentena puede flexibilizarse. Y ocurrirá cuando no haya más recursos para sostener a millones de personas. Sucederá esto antes de que deje de circular el virus del Covid-19. Por eso es fundamental que, de manera responsable, se vayan internalizando las conductas que cada persona deberá adoptar para cuidarse y cuidar a los demás. Y es necesario que los gobiernos no anticipen las medidas al punto de “gastar a la gente”, porque cuando de verdad haya que salir y la circulación viral todavía sea lo suficientemente importante como para afectar a miles de argentinos, habrá que redoblar el esfuerzo para explicar por qué es vital (de vida o muerte) cuidarse. No sea cosa que pase lo que la fábula de “Pedro y el Lobo” y el dolor sea mucho mayor todavía.

Matías Frati
Periodista Especializado en Economía
Director de EL GUARDIAN MDP
Email: redaccion@elguardianmdp.com