Los argentinos tenemos que dejar de ser "hinchas de..." porque ese es un concepto demasiado primario del comportamiento humano. En nuestro país se toma partido por todo. Muchos creen que es una demostración de pasión. En realidad, es una muestra de la limitación que tenemos para el análisis crítico.

El país requiere de una sociedad pensante. Para poder salir del proceso de crisis en el que transita desde hace dos décadas -con sus más y sus menos- requiere pensamiento crítico para discernir lo que está bien de lo que está mal. Y actuar en consecuencia de lo primero. Siempre poniendo el interés general por sobre el interés particular.

Llevado a la política, todo se reduce a kirchneristas o gorilas. En el fútbol “gallinas” o “bosteros”. Y así en cada situación. Y las más de las veces hace falta que uno muestre un camino o una intención de avanzar en una dirección para que otros le salgan al cruce y digan que "así no es", que "mejor para el otro lado". Y de la discusión lo único que queda es el retroceso.

Argentina tiene que madurar. Su gente tiene que hacerlo. Es la única manera de construir un futuro. Entender que al que produce hay que ayudarlo a producir más y mejor para que pueda distribuir a más gente a través del empleo. Al que estudia ayudarlo con las condiciones que requiere para que pueda contribuir con su conocimiento adquirido en pos del país. Al que trabaja darle las condiciones dignas para que pueda hacerlo con alegría y que pueda sostener a su familia cada mes.

Para eso la clase dirigente actual tiene una gran responsabilidad en generar las condiciones para que esto sea posible desde ahora y hacia adelante. Como también es responsable de construir espacios de diálogo y generación de ideas donde se formen políticos que sean mejores a los de esta generación, en todo sentido. Sin esa piedra basal no habrá chances de caminar con certezas hacia el adelante. Estamos a tiempo. Intentemos mejorar.