Otra clara división de la sociedad argentina, apalancada por el debate del proyecto de ley para legalizar el aborto en el país.

Como si faltaran algunas cosas más para coronar un año en el que el dolor fue protagonista, por el coronavirus, y la incertidumbre fue moneda corriente ante la duda de si el empleo y la actividad económica iban a sostener la estructura de millones de familias, la política incluye en la agenda de cierre de sesiones del Congreso una discusión que tiene manifestaciones a favor y en contra del contenido. Y donde la discusión es quien deja de vivir, que en un aborto siempre hay una víctima: el niño por nacer.

Lamentablemente la falta de sensibilidad y el distanciamiento de la dirigencia para con la sociedad (sus supuestos dirigidos) hace estas cosas. Que mientras la mayoría de las encuestas señalan que no es tiempo de poner este debate en el contexto actual, de todas maneras se desoye la opinión mayoritaria de la población en pos de sostener lo ideológico por sobre lo lógico.

Argentina está en ruinas. Realmente en ruinas porque lo que falta es sentido común y reflexión. Porque los valores fueron trastocados, y porque parece que todo da igual. No importa el dolor. Tampoco se empatiza.

Si no hay un cambio real nuestro destino como Nación será igual al de los países más sometidos del planeta.