¿Qué hace de Suecia un país diferente en el desarrollo y la evolución del coronavirus? Desde la Argentina nos es difícil distinguir esas sutiles diferencias, lo que sí podemos es comparar los resultados entre varios países europeos, a juzgar por lo que nos llega como información.

Lo primero que surge es una comparación entre lo que ocurre en España y lo que pasa en Suecia. Al parecer, los españoles están bastante más complicados que otros países europeos. Este martes 23 de septiembre la portada del diario ABC, uno de los más influyentes hoy en día, muestra un hospital de campaña y camas vacías con un título dramático: “Preparados para lo peor”. Y describe que “el número de muertos vuelve a estado de alarma”, y que los españoles pierden un año de esperanza de vida por el Covid-19.

Todo parece menos dramático en Suecia, donde a partir de octubre se levantará la prohibición de visitar las residencias de ancianos. Esta es una de las dos medidas que el Gobierno sueco ha preservado para cuidar y proteger a su gente del virus, junto con limitar a 50 personas la capacidad de las reuniones. Con esto, el país más grande de la Escandinavia pudo manejar la situación. Y hoy en día en Europa ya hablan de que Suecia ha gambeteado una segunda oleada de la enfermedad.

La pregunta a hacernos es donde queda el modelo argentino. A priori, y por cómo se han dado las cosas, todo parece ser más parecido a España que a Suecia. Si bien hay diferencias y similitudes en ambos esquemas, lo que pasó en el verano español es más o menos lo que se está pretendiendo para el verano en nuestro país. Y dicen los españoles que la falta de control en los comercios vinculados al turismo es la consecuencia de esta segunda oleada que están esperando y con una virulencia que todavía no pueden pronosticar en ningún modelo.

Para Suecia, haberse distanciado del modelo chino que aplicó todo el resto de Europa para enfrentar a la pandemia le fue de utilidad. El estratega de esa medida fue Anders Tegnell, quien es el epidemiólogo jefe de la agencia de sanidad sueca en el Gobierno socialdemócrata de Stefan Löfven. Los suecos fueron por su caminito y llegaron a donde querían, soportando las críticas porque sus recomendaciones en abundancia no fueron para el lado de las prohibiciones, mantuvieron guarderías, escuelas, bares o restaurantes. No confinaron a la población y lograron lo que querían.

El resultado ha sido que el número de infecciones se mantiene constantemente bajo, sin curva de segunda ola, y nadie parece ver la necesidad de encender las alarmas con llamadas a nuevas restricciones tal y como en el resto de Europa. Quien lea los diarios de Estocolmo a principios de esta semana podrá comprobarlo.

Por aquí, como por España, la historia todavía se está escribiendo entre numerarios de muertos, infectados, recuperados y porcentajes de camas de internación ocupadas.