Cuando nada era tan grave la idea era quedarse adentro, no salir, usar barbijo, alejarse del virus porque "el virus no nos busca, nosotros buscamos al virus". Ahora, cuando los casos están sostenidamente por encima de los cien mil en el país, los muertos van a llegar a superar los dos mil en pocas horas, y ciudades como Mar del Plata que no tenía circulación viral parece empezar a tenerla, la idea es abrir a las diferentes actividades, que cada uno se auto proteja y poner en marcha, desesperadamente, la economía.

¿Qué cambio? Ciento veinte días de cuarentena y la experiencia de ver que ocurrió lo que se señalaba que iba a pasar: cierre de muchos comercios, más de 284.000 trabajadores formales que se quedaron al costado del camino y más de 18.500 empresas que cerraron definitivamente entre el 20 de marzo y el 30 de mayo, según datos de AFIP.

Volvió la "Argentina pendular". Esa que va de un lado al otro sin mediar espacios centrales. La del negro o blanco sin encontrar matices de gama de colores grisáceos que ayuden a contemporizar visiones, opiniones y acciones. Y esa peculiar pendularidad, esta vez, será aplicada sobre la salud, ante la necesidad de revitalizar un andamiaje económico deteriorado y francamente destruido.

Sin embargo, hay argentinos resilientes. Que van a poner de pie al país. Los que van a seguir levantándose temprano para trabajar. Los que van a invertir aunque sea difícil entenderlos. Los que van a hacer que la rueda no se detenga. A ellos habrá que sostener para que el país pueda recuperarse. Es la oportunidad de cerrar la grieta entre los que producen y los que no lo hacen. Y que cada uno ponga su granito de arena para encontrar un punto de sostenimiento y crecimiento de cara al futuro.