Por Jorge Vasconcelos03 de Abril
Ahorro forzoso y desdoblamiento cambiario, para evitar el derrape de la macroeconomía
Con prioridades enfocadas a evitar una crisis social, de todos modos debe cuidarse el riesgo de un eventual fogonazo inflacionario. Esta es una paradoja en un mundo sometido a fuerzas deflacionarias, pero tiene que ver con la falta de instrumentos de política económica.
En abril, la base monetaria está subiendo a un ritmo de 70% interanual, 20 puntos porcentuales por encima del IPC (la inflación) y del dólar oficial. Habrá emisión monetaria adicional por la suba de gastos públicos y la brutal caída de la recaudación, por el rescate de Leliq que financia la expansión del crédito bancario y también por un creciente superávit de la balanza comercial.
Para acotar parcialmente esa acumulación de factores de expansión monetaria, no conviene recurrir a las cuasimonedas, sino a algún mecanismo de ahorro forzoso en salarios estatales por encima de cierto umbral. Esto facilitaría el uso transitorio de la ‘coparticipación’ de adelantos del Banco Central.
Abril: base monetaria sube al ritmo del 70% interanual, 20 puntos más que IPC y dólar oficial.
Aún así habrá necesidad de esterilizar exceso de pesos. Para no engrosar nuevamente el stock de Leliq, un instrumento más genuino es el desdoblamiento del mercado de cambios, con el Banco Central vendiendo una fracción de los dólares del superávit comercial en el segmento financiero. Habría más recursos fiscales y cuasifiscales, y se ampliaría el arsenal de instrumentos para manejar la macro. Se abriría también un canal para el flujo de capitales de las empresas, facilitando el cálculo económico para inversiones (fusiones y adquisiciones) y dividendos.
Los cimientos para manejar la macro serían más firmes si la reestructuración de la deuda pública llegara a buen puerto. Lo que está en juego es sólo el 25,7% del total, por lo que cada punto de tasa de interés que se reconozca a este segmento implica 0,25 puntos de carga para la deuda total. Ha habido un aggiornamiento en el enfoque de la negociación, pero falta lo principal: un programa fiscal para la etapa posterior a la pandemia que deje atrás décadas de desaprensión en este plano.
Columnista Invitado – Jorge Vasconcelos
Editorialista de Fundación Mediterránea
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