Por Estefanía Reati24 de Septiembre
Hacia una agricultura sustentable
Se trata de un cambio de paradigma en la forma de producir, que sin duda se inicia con este cambio de conciencia, muy presente en las nuevas generaciones.
Son los jóvenes quienes nos han llamado la atención sobre uno de los retos más importantes de nuestro tiempo, el cambio climático, y sobre la necesidad de implementar modelos de desarrollo sustentable para mitigar su impacto. Naciones Unidas advirtió también que si la población mundial llegase a alcanzar los 9600 millones en 2050, serían necesarios casi tres planetas para proporcionar los recursos naturales que permitieran mantener el estilo de vida actual. Ante este escenario, la agricultura se enfrenta al enorme desafío de garantizar la seguridad alimentaria mundial, sin descuidar nuestra casa común, la Tierra.
Estas cuestiones y cifras, que a veces parecen tan lejanas, en realidad son parte de nuestro día a día. Son los productores los primeros en conocer lo necesario del cuidado de la tierra y el agua, nuestros recursos más importantes. Son ellos, también, los que han sabido dar una rápida respuesta ante la demanda creciente de consumidores cada vez más responsables, que buscan materias primas y alimentos, sanos y de calidad. Así, han impulsado la tendencia hacia a una agricultura ecológica, incorporando las nuevas tecnologías y las buenas prácticas. Esto ha llevado, por ejemplo, a que de la mano de la biotecnología creciera fuertemente la investigación, el desarrollo y el uso de los insumos biológicos para el agro, tanto a nivel local como global.
Argentina ocupa un lugar privilegiado como productor primario, pero también en el desarrollo de este tipo de tecnologías que permiten mejorar la productividad, proteger a los cultivos de plagas y enfermedades, al tiempo que cuidan de nuestros recursos (como el agua y los suelos). No son tecnologías que desplacen el uso de los fitosanitarios, sino que son productos que tranquilamente se pueden aplicar en conjunto con ellos, logrando una producción de alto rinde y calidad, en la transición global a la alimentación y la agricultura sostenibles. Con la ventaja de que los bioinsumos son productos que no poseen toxicidad ni residualidad, además de permitirnos producir mayor y mejor cantidad, a menor costo.
Una agricultura competitiva e inteligente debe ser necesariamente sustentable. La incorporación de estas tecnologías, de la mano de las Buenas Prácticas Agrícolas y de los ODS, implica un desarrollo y una mejora tanto a nivel económico como ambiental y social. La fecha que hoy conmemoramos nos anima a comenzar con este viraje hacia un concepto agroecológico de producción, que sea también viable y económicamente sostenible.
Columnista Invitada - Estefanía Reati
Ingeniera Agrónoma, Gerenta Técnica y Cofundadora de Síntesis Biológica
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