Ciencia26 de Marzo
Aceite de palma y el cuidado del ambiente
Juan Pablo Monzón, investigador adjunto del CONICET, especialista en ecofisiología de cultivos trabaja en la Faculta de Ciencias Agrarias (FCA) de la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMDP) y es el primer autor del trabajo publicado en Nature donde se aborda la producción de aceite de palma y las posibles estrategias para mejorar la producción sin dañar el medio.
El trabajo publicado en la revista Nature Sustainability se titula 'Fostering a climate-smart intensification for oil palm' y muestra cómo a través de la intensificación de cultivos se puede aumentar el ingreso de los productores, reducir el impacto ambiental de la producción y lograr los objetivos de producción de aceite de palma de Indonesia.
La palma es una planta perenne que crece en ambientes tropicales y es el mayor recurso de aceite vegetal consumido mundialmente, se utiliza para diferentes productos: cocina, alimentos procesados, cosmética, productos de limpieza y biodisel. Indonesia genera el 60 por ciento de la producción mundial de aceite de palma, por lo que es clave para su economía. Y además, este país, tiene una de las mayores áreas de selvas tropicales en el mundo. Gran parte de la expansión de este cultivo ocurrió en áreas que han sido deforestadas.
El grupo de investigación que integra Monzón analiza cómo la intensificación de cultivos en el área existente de aceite de palma puede ayudar a que Indonesia logre sus objetivos de producción preservando el área remanente de selvas tropicales. La intensificación de las cosechas implica una mayor producción por hectárea cosechada lo cual significa un aporte mayor de trabajo pero también la sofisticación del manejo de cultivos, evitando las pérdidas de cosecha por deficiencias nutricionales, el efecto de plagas y enfermedades que afecten los cultivos.
Los especialistas plantean disminuir la brecha de rendimiento, es decir diferencia entre el rendimiento actual y el rendimiento potencial en una situación óptima, a través de mejoras de manejo agronómicas de los productores evitando perturbar 2.6 millones de hectáreas de bosques y turberas que son bastiones de biodiversidad para la humanidad. Además de la intensificación el grupo de investigación plantea que la inversión en investigación y desarrollos agrícolas son medidas claves que podrían mejorar el escenario productivo manteniendo las metas ambientales.
Este aporte cobra una relevancia especial en Indonesia, donde el 45 por ciento del área cultivada con aceite de palma corresponde a pequeños productores que tienen en promedio 2/3 hectáreas. “Estamos hablando de millones de familias que viven de este cultivo. Interactuar con esos productores y ayudarlos a mejorar su nivel de vida es lo más movilizante de este proyecto”, explica el investigador.
La publicación, liderada por Monzón, se enmarca dentro del proyecto GYGA Oil palm, financiado por el Norwegian Ministry of Foreign Affairs y liderado desde la University of Nebraska-Lincoln, USA, del cual también participan Wageningen University and Research, Indonesian Oil Palm Research Institute y Institute Indonesian Agency for Agricultural Research and Development. Y es parte del trabajo que lleva adelante el argentino desde 2019 en el Departamento de Agronomía y Horticultura de la Universidad de Nebraska-Lincoln, como Profesor Asistente de Investigación.
Desde el 2012, Monzón tiene vinculación con el laboratorio del Dr. Patricio Grassini en Nebraska, trabajando en conjunto en proyectos de brechas de rendimiento de cultivos en Argentina y ecofisiología del cultivo de soja, tema estrechamente relacionado con la línea de investigación que lleva adelante Monzón en la Unidad Integrada INTA-Facultad de Ciencias Agrarias en Balcarce. “Creo que aumentar el rendimiento de los cultivos por hectárea nos va permitir incrementar la producción de alimentos que el mundo demanda preservando las áreas naturales” cuenta el investigador.
El proyecto tiene tres componentes importantes: la recolección de datos a campo mediante encuestas y seguimiento de lotes de producción, los ensayos en lotes de productores y por último los encuentros con los productores para mostrar los avances del proyecto. La pandemia modificó sustancialmente estos pasos, ya que los viajes a campo se vieron suspendidos a causa de las medidas sanitarias tomadas frente a la aparición del SARS COV-2.
“Esperamos poder retomar los viajes en el futuro cercano, para volver interactuar con los productores y demás integrantes del proyecto, que suman más de 100 personas trabajando directa e indirectamente para el proyecto”, define Monzón.
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