Claramente el coronavirus y su correspondiente cuarentena ha afectado fuertemente a la actividad económica en Mendoza.

Hay unas pocas excepciones, entre las cuales están las ventas de vinos, tanto en el mercado interno como externo. En parte, esto ha sido posible con precios bajos, que se han rezagado con respecto a la inflación en general.

Mayo presentará datos similares. A medida que se vaya flexibilizando las restricciones de apertura de negocios, comenzará a repuntar la actividad económica, pero lentamente, no sólo por el temor a contagiarse, sino también por el menor poder de compra de la población. 

Pensando en la futura recuperación, hay dudas sobre los posibles motores. El externo presenta el problema de un dólar oficial, que se aleja del paralelo, y para controlar la inflación es posible que lo vayan retrasando.

El motor público tampoco tendrá fuerzas, con finanzas gubernamentales complicadas (recaudación en baja y gastos en alza), y con escasez de financiamiento. Las inversiones post-pandemia también están en dudas, al no estar clara las políticas económicas que favorezcan los negocios, más la inestabilidad económica (inflación y dólar).

A favor tiene una economía con capacidad ociosa (industria, trabajadores). Esperemos que, luego del coronavirus, el país y la provincia cuenten con un panorama económico más claro.