Hasta entonces, los casos habían sido esporádicos y todos -o casi todos- circunscriptos a actividades puntuales como la salud y los diferentes efectores de la misma.

Pero con epicentro allí, el gobierno municipal tema de que la situación empiece a salirse de cauce. El lunes fueron 5 casos, el martes 4, el miércoles 14 y otros 31 el jueves. De esta manera, 60 personas quedaron en tratamiento por Covid-19 en la noche del 9 de julio.

¿Qué pasó? Las miradas están depositadas en el Hospital Houssey y en la laxitud que habría existido dentro del nosocomio con las distintas medidas de seguridad y los protocolos particulares. Porque el brote se terminó de configurar allí dentro. Sin embargo, ahora eso sirve de poco. Porque el riesgo epidemiológico está diseminado desde que no hubo controles en los primeros momentos.

Lo real es que iba a ser muy difícil evitar que esto sucediera. Desde el momento cero de la cuarentena se sabían dos cosas: que una medida de aislamiento muy larga como la que estamos desarrollando iba a ser imposible de sostener con la rigurosidad del primer día; y lo otro es que la lucha era contra un virus, algo extremadamente difícil de controlar sin inocular a la población.

Mar del Plata transita horas complicadas para la toma de decisiones. Hasta la semana pasada se había empezado a flexibilizar las actividades económicas y deportivas. Ahora, nadie puede asegurar de que ese plan pueda continuar. Incluso, el debate interno en la mesa chica que acompaña al intendente Guillermo Montenegro es si conviene o no volver atrás con algunas medidas. Ergo, retroceder en las fases epidemiológicas.