Que el Presidente Uruguay, Luis Lacalle Pou haya anunciado, ayer, que su país estará en modo de "fronteras cerradas" durante el verano, abre un gran interrogante acerca de qué pasará con el turismo que viajaba a sus playas y no podrá hacerlo.

A priori parece una oportunidad para ciudades como Mar del Plata o el resto de la costa atlántica, sin embargo, también cabe preguntarse por qué asumen una postura tan arriesgada para su economía, si no estuviera debidamente justificada en bases sólidas.

"A raíz de los informes del Ministerio de Salud Pública y el GACH (Grupo Asesor Científico Honorario) (...) va a ser un verano restringido. Las fronteras van a estar cerradas, salvo excepciones que ya se conocen o quizá alguna más", dijo el mandatario, citado por Montevideo Portal.

En esas excepciones entrarán los propietarios no residentes. Aquellas personas que tienen casas en Punta del Este, por ejemplo, y que acostumbran a vacacionar la temporada de verano en las playas.

La visión de Uruguay es que se encuentra en medio de dos países que están entre los cinco con mayores contagios de coronavirus del mundo, como Brasil y Argentina. Y que la situación epidemiológica empezó a dificultarse en la frontera norte con Brasil, debido al ingreso de ciudadanos brasileños a "paisito".

"Muchos no van a compartir, es una decisión difícil. La estiramos, pero los elementos son contundentes", dijo Lacalle Pou, aunque recordó que habrá una reunión con el equipo económico y con el Ministerio de Turismo para ultimar detalles sobre esta medida.